Si, tengo los pies planos

Tener los pies planos no es algo importante pero tampoco superficial. Sobre mis pies se monta todo mi metro sesenta y nueve, y ya se adivina que sobre una mala base se construye un mal edificio. Los pies planos aseguran una mala colocación y directamente una mala perspectiva de las cosas. Mis pies, sin puente, parecen dos filetes de ternera crudos desparramados en su base. Los tobillos bajan, las rodillas se meten para dentro, la pelvis se hunde, la tripa sale y el cuello se estira hacia adelante como el de un caballo al galope… Es todo un juego de compensaciones; pin, pan , pun, una pieza sobre la otra buscando un precario equilibrio.
Mi planicie obliga al resto del cuerpo a ocupar un lugar específico en el mundo, y mi anatomía se define frente a esta peculiaridad aparentemente carente de importancia.
¿Puedo edificar una buena cúpula teniendo una base débil y mal estructurada? ¿Debo culparme entonces de las fugas de mi azotea? ¿No debería considerarme una superviviente ruinosa sobre unos cimientos con aluminosis?
Ando torpe, insegura, caminando hacía dentro hasta que un pie acaba tropezándose con el otro, me caigo, vuelvo a levantarme y me pongo la zancadilla cada tantos pasos.
Unos pies sin gloria, un pasado sin curva, un presente por amontonar y un futuro que esparcir.

6 comentarios:

  1. Sí, sí puedes porque lo imperfecto es vida mientras que lo que es perfecto, además de frío y aburrido, está muerto.

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  2. Yo diría que la cúpula no se ha visto afectada, al menos en cuanto a escribir se refiere. Sigue haciéndolo.

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  3. Gracias Anónimo;-), eso me anima para retomar algún día el blog que lo tengo un poco abandonado. Besos y mil gracias

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  4. Me encanta tu descripción , una oda al forzado equilibrio =)

    Alvaro Buenaventura en facebook

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