De la Botibota al iPad

Hacía mucho tiempo que no me pasaba, muchísimo, creo que desde la Botibota, ese artilugio del “Un, Dos, Tres” que consistía en un pequeño aro del que salía un palo con una Doña Botilde de plástico en el extremo. Tenías que hacer girar el aro alrededor del tobillo y saltar con el otro pie por encima de la Botilde, evitando un golpe en toda la espinilla que a veces era inevitable por parte de la Doña. La deseaba intensamente. Cada noche, sobre las ocho, subía mi padre por las escaleras de casa, totalmente “chepao” tras un duro día de trabajo o ejercicio físico, según se diera. Yo salía a su encuentro, con cara de Chucky y preguntándole ¿me la has traído?, ¿me la has traído?. No cariño, hoy no he podido, veremos mañana. La frustración servía para engordar mi obsesión. Seguro que mi padre sobrepasó los límites establecido por la ONU sobre tortura infantil; tardó un mes en traer a casa la dichosa Botibota.

Y llegó el iPad; lo quiero, lo quiero, lo quiero, y lo tengo. Para ello me he tenido que apretar el cinturón y así seguirá durante unos meses, apretadito. Pero la felicidad que me aporta este revolucionario aparato hace más llevadera la dieta.
Vale que soy algo geek y fiel seguidora del Evangelio según Steve Jobs, pero de un tiempo a esta parte, siempre que me he comprado algún Mac-capricho ha sido por necesidades puramente laborales y algo estéticas, lo reconozco.
¡Caray!, ¿a quién quiero engañar?, si hasta mi marido se ha planteado meterse en la cama con un disfraz de iPad para ver si le hago un poco de caso.
Y ahora está el tema: ¿de verdad eres tan materialista?. Pues será que si, yo qué sé. Intento llevar una vida equilibrada, entre el “no desear” budista y el “desearlo todo” de la sociedad capitalista. No se puede ir contra corriente, a menos que vivas plantando yuca en algún lugar remoto del continente africano. Tampoco puedes vender el alma al diablo por cada número que sume el bendito iPhone.
La verdad está en el centro. Se debe estar muy bien a la sombra del árbol de Siddharta Gautama, pero se debe estar mejor si tienes un iPad entre las manos que te haga más llevadera la espera del nirvana.

10 comentarios:

  1. Poco te puedo comentar... Ni botibotas ni ipanoséqué han sido/son una neura que me haya dado.
    Hummm, yo creo que me dio por tener un Geypermán negro...

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  2. SIIIII, equilibrio, debería ser experta, soy libra...
    Desclasado lo del Geyperman negro me vale como ejemplo. Lo mío fue un artilugio del Un, Dos, Tres, lo tuyo un artilugio negro..., cada cual con lo suyo.

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  3. Lo del disfraz de iPad... tomo nota.
    Aunque no se que pensaría su marido.

    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  4. Los hombres..., os volvéis sabios cuando queréis pillar cacho.
    Besote Completo..., no quiero faltar.

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  5. yo vendi ipod y iphone para adecuaciones de mi nuevo departamento, ahora, aún en el departamento nuevo, sigo extrañandolos!... saludos!.

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  6. Te acompaño en el sentimiento, aunque elegiste "árbol", y eso siempre es una buena elección.

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  7. Je je, eso se llama caer en las redes: primero se fomenta la necesidad y después ahí está el producto que la satisface. Tengo un compañero de trabajo a quien le ha tocado una y está decepcionado con sus funciones...

    Me he acordado de un programa de Miquel Calzada donde salía un señor de Mongolia tenía una tienda de campaña y 12 cabras. En su entorno lo tenía todo, era rico. Poseía todo cuanto el podía imaginar...

    Yo sigo fiel a mi Nokia antiguo a prueba de bomba, un teléfono que sirve para telefonear y a mi reloj que da la hora, sólo la hora. Así que cuando llegue el cometa ese que estropee los satélites estaré preparado como aquel señor de Mongolia...

    besos

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  8. Oh Manel!, ¿y yo qué haré cuando aterrice el cometa ese??????. Así de pronto me quedo sin curro; y ni iPads, ni lenteja, ni modelitos nuevos, ni na de na...

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  9. Hola Maria Alberti!
    El materialismo a cualquier edad, nos supera.
    Nos tienen muy bien amaestrados...

    Saludos de J.M. Ojeda.
    Buen Domingo.
    Me gusto mucho su blog.

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