No tengo personalidad

Aparcar los miedos a los 33 años es puro heroísmo a no ser que hayas alcanzado el estado de éxtasis o catarsis que te permita ver todo desde una perspectiva más elevada. Desafortunadamente no he llegado ni a rozar esos estados y eso que a veces me pongo muy mística.

La conciencia de que todos estamos sujetos al azar nos hace convivir con un polizonte abordo, un copiloto que nos manda a la derecha ras, a la izquierda ras, y controla todos y cada unos de nuestros movimientos: el miedo, ese compañero de viaje que nos boicotea continuamente, que está presente en todas nuestras decisiones disfrazado de sentido común y de prudencia.

El miedo crece con la edad, se expande y busca recovecos que llenar en nuestra cada vez más dilatada piel. Se enquista, hace su hogar en el tuétano y estampa su código postal en nuestros anhelos.

Nos sentimos cómodos con él y, confundidos, creemos que forma parte de nosotros, de nuestra sobrevalorada personalidad. Nos ubica y nos aporta tranquilidad. Pero el miedo es el ancla y la personalidad es el resultado: te pone límites, te dibuja de esa manera y no de otra, te hace ser quien eres y nadie más. Y creemos que eso es bueno…, ¿quién quiso limitarnos?. Y es que si nunca terminas de dibujarte, siempre puedes empezar de nuevo a escribir tu historia. No hablo de una necesidad, hablo de una tendencia que debiera ser natural.

Pero no sólo nosotros huimos de nuestra locura, a los demás también les asusta los cambios que se producen en nosotros, prefieren saber a que se atienen e inconscientemente prefieren que no avancemos. Si cambiamos, ellos desconfían. No ven que estamos creciendo, que nos vamos haciendo grandes.

Parece que dejamos de crecer a los “veintipico” o treinta, porque los miedos ya nos han atenazado el ánimo. Y arrastramos los que nos queda de vida hacía una sola dirección, sin crear, sin inventar, sin querer ser otros y ¿qué hay de malo en ser muchos?. ¿Nos hemos parado a pensar que podemos ser cualquier cosa y que nada está definido?.

No le demos tanto poder al miedo, no se merece nuestros sueños. Los miedos nos terminan.

8 comentarios:

  1. El miedo conduce al lado oscuro. Lo dijo un sabio de ficción, pero sabio de todos modos.

    ResponderEliminar
  2. "...miedo que da miedo del miedo que da..."
    Los miedos nos terminan, dices dando en el centro. Hay que pelear y pelear contra ese cabrón. Pero lo primero, saber que estar, está. Ahí.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. AL: qué sabio era aquel bajito verde…
    …El miedo lleva al odio, el odio lleva a la ira, la ira lleva al sufrimiento…

    JOSE: Yo estoy en plena lucha, pero lo conseguiremos.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. me da gusto pasar por aquí porque me reconozco en tus letras...

    tu lugar está acogedor y se siente vien estacionarse por aqui...

    juntas en el camino, dejando a un costado a los miedos :)

    ResponderEliminar
  5. Es lamentable y hasta parece jactancioso, pero no trengo miedo, fumo y soy un veterano de la vida. Sin embargo me quedé prendido a lo que escribes porque me llevas de tu mano por caminos muy gratos. No abro juicios de valores: vivo o no vivo lo que leo y tus textos descubren un alma joven, hermosa, llena de ternura y esperanza. Lo vivo, me encanta, "te sigo", amiga, y te dejo un cálido abrazo desde mi otoño frio al otro lado del Atlántico.
    Tu nuevo amigo el REL

    ResponderEliminar
  6. Como entiendo cada linea, cada parrafo de tu texto, que decirte cuando me siento identificada con todo lo escrito, el miedo en una lucha constante que no se si tiene final, aun no lo he descubierto. Solo creo que cada edad tiene un miedo distinto, pero hay miedos que paralizan mas que otros y estos son los que debemos matar, sacar de nuestras vidas... para poder luchar mas placidamente con los cotidianos.


    Un saludo y un placer conocerte.

    ResponderEliminar
  7. me ha gustado.. los miedos nos terminan..bajamos los brazos, nos conformamos..virgencita que me quede como estoy y asi vamos tirando..tirandillo¡
    jodidos pero conformes..bien
    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Lo primero agradecerte mi paso por mi humilde bitàcora.
    A males miedos.. grandes remedios, dicen.
    Nos leemos, te enlazo con tu permiso.
    Un abrazo y un beso.

    ResponderEliminar