¡Que le corten la cabeza!



Soy una persona que se come mucho la cabeza, incluso me definiría como ligeramente neurótica. Suelo imaginarme el interior de mi cabeza como un espacio circular y abovedado que se usa como sala de tribunal donde conviven varios personajes que sienten verdadera vocación por analizarlo todo, y suelen hacer del más estúpido acontecimiento un juicio. Desgraciadamente para mi, se toman muy en serio su cometido.
Da la casualidad de que ahora mismo, para ejemplificar lo dicho, está teniendo lugar un juicio dentro de mi cabeza:
En la sala craneal están presentes; el juez, el fiscal, la defensa, el jurado popular, la víctima y la acusada, yo, imputada por haber sido muy grosera con el conductor del autobús número 16. Se me olvidaba que en la sala hay también un par de periodistas.

Fiscal
-¿No es cierto que aproximadamente a las cuatro de la tarde del día de hoy se ha subido usted al autobús número 16, que hace el recorrido Manuel Girona-Urquinaona, y ha increpado al conductor Don Eusebio González por haberla tenido esperando una hora en la parada, mientras éste ejercía su derecho a la huelga realizando los servicios mínimos?
Yo
-Si, pero…
Fiscal
-Limítese a contestar si o no, gracias.
Yo
-Si.
Fiscal
-¿Y no es más cierto que al evitar Don Eusebio entrar en réplica, usted decidió cagarse en la víctima y en toda su familia?
Yo
-Bueno si, pero es que…
Fiscal
-Si o no, Sra. Albertí, si o no.
Yo
-Si.
Fiscal (triunfal)
-No tengo nada más que añadir.
Juez
-¿Abogado?.
Abogado defensor
-No tengo preguntas para mi defensa Señoría.
Juez
-Bien, que el jurado salga a deliberar.

Segundos después, en el hipotálamo, los ocho miembros del jurado estudia el caso…

Jurado uno
-Yo tendría en cuenta que cuando ocurrieron los hechos la acusada tenía el periodo. Eso puede provocar, en la mayoría de los casos, locura transitoria…
Jurado dos
-Eso no la exculpa. No sólo se cagó en el conductor, si no en toda su familia. ¡Eso evidencia intención y alevosía!.
Jurado siete
-Seamos francos; todos podemos entender su reacción si llegamos tarde al trabajo por una maldita huelga.
Jurado cuatro
-¿No estaban en la misma situación el resto de pasajeros?, ¿acaso usaron ellos la agresividad?. La respuesta es, no.
Jurado cinco
-Además, el pobre conductor presentaba un estado lamentable en la sala. Está claro que necesita ayuda profesional para superar lo sucedido.
Jurado uno
-¡Eso es demagogia!, usted hace una apreciación del sujeto totalmente subjetiva, añadiendo unas secuelas totalmente hipotéticas. Está claro que intenta manipular al resto del jurado.
Jurado cinco
-Yo solo digo que el hombre tenía derecho a hacer huelga.
Jurado tres
-Eso nadie lo discute.

Tras una hora de deliberación llega el veredicto y es, en este punto, cuando me empieza a doler la cabeza y comienzo a sentir la neurosis de la que antes hablaba:

Juez
-Señores del jurado, pónganse en pie. ¿Tienen ya un veredicto?.
Jurado uno
-Si, Señoría.
Juez
-Procedan a leer la sentencia…
Jurado uno
-Encontramos a la acusada María Albertí de Juan culpable de los cargos de los que se le acusa. Este jurado cree que la acusada actuó de forma grosera y perturbada. Además, fue muy poco responsable con los problemas sociales que le rodean. Este jurado la considera también víctima de su propia ira y del malestar que siente consigo misma.
Le condenamos a leer los tres libros de autoayuda que se citan en la hoja anexa al veredicto en un tiempo inferior a dos meses. Si esto no se cumple, la acusada deberá indemnizar a la madre que la parió, y que supuestamente le enseñó buenos modales y algo de autocontrol, con cuatro visitas al mes, en las que idealmente será acompañada por su hijo, con el fin de que la abuela pueda disfrutar del nieto al que, alega, no ve lo suficiente…

¿Mamá?, ¡sal de mi cabeza!.

1 comentario:

  1. qué bueno requetebueno.Vendré más por acá. Me lo paso bomba. Si te contara los debates y tertulias de mi coco...
    Besos atlánticos

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